La condición de liderazgo es innata y condicionada por el contexto, pues ningún líder lo será si los demás no lo aceptan como tal. Quienes son líderes tienen la posibilidad de ejercer influencia en la conducta de los otros; son en general extrovertidos, y con gran capacidad de iniciativa. Sin embargo no siempre estas figuras son positivas, pues a veces los líderes son negativos, ya por estimular conductas antisociales; o por opacar al resto del grupo, cuyas opiniones no son tenidas en cuenta.
Un buen líder dentro del aula es aquel alumno que acompaña a sus compañeros en su aprendizaje, ayudándolos con alguna explicación que por provenir de un par, puede ser mejor comprendida; el que integra a algún miembro del grupo que por ser nuevo o por timidez se mantenga aislado, el que organiza salidas u otro tipo de actividades grupales, académicas o no académicas, siempre escuchando la opinión de todos y tratando de conciliarlas; o el que impulsa reclamos a favor de los derechos estudiantiles, de modo pacífico, educado y de acuerdo al reglamento escolar.
|
Un líder negativo fomenta la discriminación hacia uno o varios compañeros, incentiva a comportarse mal en clase, a faltar el respeto al docente o al profesor, a no ingresar al establecimiento escolar, a no hacer la tarea, desafiando las normas institucionales. Su poder se basa muchas veces en el temor que sienten los demás, en caso de no cumplir con sus demandas. Este tipo de líderes deben ser detectados por los responsables a cargo del aula a efectos de tomar medidas que impidan que la vida escolar en lugar de educar, estimule la formación de hábiles nefastos. Entre las medidas se contempla, reunión y charlas con el alumno y con todo el grupo, a efectos de mostrar que cada cual debe decidir cómo actuar y responsabilizarse de sus decisiones, sin seguir lo que otro les ordena, citación de padres, intervención del gabinete escolar, etcétera.
Hay otros líderes que sin llegar a impulsar actos dañinos hacia otro/s compañeros o adultos, también tienen el rasgo de ser negativos porque su carácter dominante hace que los demás vean siempre relegadas sus opiniones y deseos, pues se debe jugar a lo que el “líder” quiere, o ir adonde él elija, o decidir cualquier cuestión de acuerdo a sus gustos y necesidades personales.
|